Campamento – Capítulo 2: Narrativa

Volver a Diadema: notas para un Campamento.

Hay un cine abandonado en medio de un pueblito perdido cerca de Comodoro Rivadavia. Jugábamos a las escondidas ahí adentro. Afuera, el viento del verano patagónico . Adentro, una oscuridad enorme, misteriosa, perfecta. Tenía diez años, tal vez menos. Estaba con un grupo de chicos y chicas de la colonia de vacaciones. Habíamos salido de Comodoro en micro, y llegado a ese lugar que, con el tiempo, se volvió palabra clave: Diadema.

Diadema era cerros, rappel, ballesta, fútbol, aventuras en los cerros. Pero también era ese cine vacío, las piletas gigantes, el perfume del espíritu adolescente. Diadema un microclima, un espacio entre mundos. Hoy, más de veinte años después, Campamento es también un intento de recuperar esa sensación de aventura, descubrimiento, comunidad, corporalidad. Diadema es el mito de origen. Es la imagen que vuelve. Como si dijera: acordate de esto, no lo pierdas. No es nostalgia. Es brújula. Es una forma de decir: lo que alguna vez te hizo vibrar todavía está ahí. Puede transformarse. Puede compartirse. Puede volver a suceder, si hay un marco.

Pienso en Diadema como una especie de territorio mítico personal. Cada unx tiene el suyo. Ese lugar que aparece en los recuerdos y que define una sensibilidad, un deseo, una forma de estar en el mundo. Es la infancia pre-internet. Es la exploración sin GPS. Es el deseo sin nombre. Es la experiencia sin registro. Y a la vez, es comunidad, grupo, fogón. Interesante tabmién que el latín diadēma, a su vez viene del griego antiguo διάδημα (diádēma), que deriva del verbo διαδέω (diadéō), que significa “atar alrededor” o “ceñir”. Hay algo también entonces de atar, rodear, darse un método para contener algo.

Campamento no es un evento, es un sistema operativo sensible, un espacio seguro, diseñado para que algo suceda. Para que lo inesperado tenga lugar. Para que lo común se transforme. Para que lo que está en pausa, adentro nuestro, se active.

Como toda expedición, tiene tres momentos clave:

  1. La previa: Elegir el lugar. Armar el grupo. Pensar qué llevar y qué dejar. Preparar la mochila. No solo literal: también simbólicamente.
  2. La experiencia: Llegar. Instalarse. Reconocer el entorno. Compartir. Crear. Escuchar. Mover el cuerpo. Estar en silencio. Mirar. Cocinar. Respirar. Dormir poco. Hacer arte. Hacer preguntas. Abrirse.
  3. La vuelta: Desarmar. Registrar. Llevarse algo. Un cambio. Una idea. Una microtransformación.

Cada etapa está pensada. Porque si bien hay espacio para la espontaneidad y la sorpresa, Campamento no es improvisación: es diseño de experiencias que buscan abrir espacios de pensamiento, emoción, creación y comunidad.

Campamento no es para todo el mundo. Y eso está bien. Hay una convocatoria sensible a personas que estén en búsqueda, en pregunta, en creación. Que vengan del arte, de la cultura, de la comunicación, de la tecnología. Que quieran pausar, reconectar, ensuciarse, hacer silencio, equivocarse, compartir. Un rango que va de los 20 a los 40 años, pero más que la edad, importa la actitud. No es un retiro espiritual, ni un festival, ni una capacitación. Es un campamento, un espacio de transición. De estar en medio de algo. De formar una aldea temporal.

Campamento está llegando, con tiempo, con cuidado y con intención. Y Diadema es la palabra que me recuerda por qué.

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